El aceite de oliva se vuelve un lujo: ¿Qué está pasando con los precios?
La subida del precio del aceite de oliva ha significado un antes y un después en la alimentación de la mayoría de españoles, ¿qué está pasando con el aceite y por qué se ha triplicado su coste?
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación informa que, en el último año, el valor del aceite de oliva se ha duplicado, pasando de 3,57 euros el kilo a 7,10 euros por kilo, lo que representa un aumento del 98,8%.
Sin embargo, por sorprendente que parezca, este fénomeno no es nada nuevo pues el precio del aceite y de los alimentos lleva subiendo desde al menos 2021, incluso antes de la guerra de Ucrania en febrero de 2022. A mitad del año 2021, el precio ya era un 42,9% superior al de 2019 en el mismo período. Hoy en día, el precio se ha triplicado.
Varios factores explican esta subida de precios, siendo la sequía uno de los principales. La falta de lluvias ha afectado negativamente a la producción de aceite de oliva, lo que ha llevado a una escasez de producto y, en consecuencia, a un encarecimiento del mismo. La sequía se ha prolongado durante varias cosechas, afectando al olivar.
La subida de los precios internacionales del aceite de oliva también ha tenido un impacto significativo. Los costos de producción se han visto afectados por el aumento del precio del gas natural, que se utiliza en la fabricación de fertilizantes sintéticos, esenciales para los cultivos. El precio de los fertilizantes ha experimentado un aumento del 76,1% en comparación con julio de 2019, antes de la pandemia y del conflicto en Ucrania.
La fertilización es un proceso fundamental para el desarrollo de los cultivos, y el encarecimiento de los fertilizantes ha repercutido en el precio del aceite de oliva. Además, la combinación de sequía y altos costos de producción ha llevado a una disminución en la producción de aceitunas y, por lo tanto, de aceite.
Esta situación ha llevado a un incremento en el precio final del aceite de oliva, lo que ha provocado que muchas familias busquen alternativas para enfrentar este aumento. El consumo de aceite de oliva ha disminuido, y productos como el aceite de girasol han ganado terreno debido a su menor precio.
La falta de oferta es otro factor clave en la subida de precios. La producción de aceite de oliva se redujo en un 44,4% en mayo de 2023 en comparación con el año anterior, principalmente debido a las altas temperaturas y la falta de lluvias, lo que ha llevado a muchas explotaciones al borde de la quiebra técnica.
La demanda tanto nacional como internacional también se ha visto afectada. El consumo doméstico ha caído un 51% en el primer semestre del año, y las exportaciones han disminuido casi un 33% debido a la falta de existencias para satisfacer la demanda externa.
Además de estos factores, la especulación se ha sumado al aumento de precios. Los costos de producción de la aceituna no se han reflejado en la subida de precios en el mercado mayorista y minorista, lo que ha llevado a una mayor incertidumbre y a la posibilidad de un mayor aumento de precios en el futuro.
En una entrevista con María Momblan, una productora con experiencia en aceite de oliva, se destacan los desafíos que enfrentan los agricultores locales. Se enfatiza la importancia de educar a los consumidores sobre la calidad y los beneficios del aceite de oliva virgen extra, y se sugiere explorar estrategias para reducir los costos de producción sin comprometer la calidad del aceite: “Es fundamental que se eduque a los consumidores sobre la calidad y los beneficios del aceite de oliva virgen extra. Al final, son muchos los que compran 1 litro de vino por más de 8 euros, pero luego se quejan del valor del aceite de oliva. También podrían explorarse estrategias para reducir los costos de producción sin comprometer la calidad del aceite”.
Además, Momblan asegura que “mantener nuestro liderazgo en la producción de aceite de oliva es esencial para preservar nuestra herencia agrícola y asegurar que los consumidores puedan confiar en la calidad del producto que están comprando”.
Mantener la calidad y el liderazgo en la producción de aceite de oliva sigue siendo un desafío crucial para preservar la herencia agrícola y la confianza de los consumidores en el producto nacional.